La lección que “Scary Stories to Tell in the Dark” nos da sobre economía narrativa
Hace poco escribí este post sobre Scary Stories to Tell in the Dark, donde describe mis pensamientos sobre la película en general, la cual disfruté mucho y genuinamente considero una de las películas de terror con más corazón (y mejores) que he visto en muchos años.
Hay mucho que decir sobre la cinta—y ya se dijo en el post de arriba—pero a través de todo lo que la película ofrece, desde monstruos brillantemente traídos a la vida, excelente cinematografía y actuación, hay una escena en particular que, como escritor, me encantaría explorar un poco más.
O bueno, quizás no explorar, pero por lo menos apuntar, porque fue algo muy especial. No es común que algo tan sencillo como un intercambio telefónico corto agregue muchísima profundidad a la historia y los personajes de una película. Como fan del cine de terror, y aún más como escritor, creo que es mi responsabilidad celebrarlo.
Advertencia de spoilers. Si no has visto la película, no leas más.
El antecedente
Cerca del final del segundo acto de Scary Stories to Tell in the Dark, encontramos que solo quedan dos de los protagonistas, Stella y Ramón, ambos quienes esperan su aterrador enfrentamiento con las historias escritas por Sarah Bellows—mismas que ya tomaron las vidas de sus amigos. Por azares del destino, Stella y Ramón son llevados a la estación de policía y encerrados en una pequeña cárcel.
Como antecedente, la película nos había ya revelado dos importantes detalles por los que esta escena tiene más poder: primero, Ramón ha estado buscando evadir su responsabilidad cívica de ir a pelear en Vientam, ya que su hermano mayor murió ahí; segundo, y más relevante para este post, la madre de Stella la abandonó a ella y a su padre hace muchos años sin explicación alguna.
El Jefe de la Policía, Turner (interpretado por Gil Bellows, y me parece hilarante la coincidencia de su nombre) le permite a Stella la ya clásica llamada por teléfono a su padre antes de ser encerrada por la noche. Stella sabe que, al perder control del libro a manos del Jefe Turner y dejar pasar una noche más, es posible que no sobreviva y desaparezca tal como lo hicieron ya sus amigos Chuck y Auggie.
Es esa pequeña llamada por teléfono la que merece ser celebrada. ¿Por qué?
La escena
Stella llama a su padre, Roy Nicholls (interpretado por Dean Norris aunque todos sabemos que más bien es “Hank de Breaking Bad”). Una película con un guión menos interesante habría tomado un camino obvio—y perfectamente aceptable—en el que Stella pide a su padre que vaya por ella, que la salve, etc.
Scary Stories to Tell in the Dark hace algo mucho más interesante: la conversación no se enfoca en Stella queriendo salvarse a ella misma, sino salvar el corazón roto de su padre. Stella decide decirle a su padre que es muy probable que ella desaparezca esa noche. Su padre, naturalmente, se asusta e incluso comienza a llorar, suplicando a Stella que le diga cómo puede ayudar. Pero Stella sabe que no hay manera—lo único que quiere que él sepa es que ella jamás, jamás lo abandonaría como lo hizo su madre. Ese pequeño giro le da toneladas de dimensión a Stella, reforzándola como uno de los protagonistas más entrañables e interesantes que hemos visto en el cine de terror.
La conclusión
Esta es una conversación sencilla, pero únicamente hasta que la analizas. Pensar desde el punto de vista de Stella y darnos cuenta que su miedo más grande de desaparecer no es el olvido o lo desconocido, sino lo que dejaría atrás—a su padre con el corazón roto. Esta fue una forma sutil pero poderosísima de reforzar el heroísmo de un protagonista sin recurrir a los lugares comunes de “salvar al gatito”.
Agrega a esto una actuación desgarradoramente sincera de ambos Zoe Colleti y Dean Norris y el resultado es una escena que me gusta pensar es el corazón latiente de la película. No puedo aplaudirla demasiado.
Esta es una lección para mí y cualquier escritor, ya que demuestra ejemplar economía narrativa, utilizando un recurso sencillo para mejorar una escena, una dinámica y un personaje protagonista monstruosamente. De nuevo: una de las mejores películas de terror en años.