Ícono del sitio GoGo Catrina

Cómic de la semana: Spawn 301

Cómic de la semana: Spawn 301

Los miércoles son días de cómics nuevos para las editoriales americanas, y cada semana te presentamos uno de ellos como el cómic de la semana por su relevancia, calidad o significado.

Esta semana vio varios cómics que hubieran podido ser los elegidos. El último capítulo en la presentación del nuevo universo de los X-Men, Powers of X #6 de Hickman es un cierre espectacular a una gran serie. Year of the Villain: Joker del maestro del terror John Carpenter da un buen vistazo a la locura (o más bien a la maldad) del clásico villano. Pero por su peso histórico, el cómic de la semana no puede ser otro que Spawn #301.

Sinopsis:

Tras meses de planeación, Spawn consigue deshacerse de dos de sus más grandes enemigos, Clown y Godsend. El precio que pagó fue alto: su simbiote está debilitado y otras amenazas se aprovechan del vacío dejado por los villanos. Spawn sigue convencido de su plan y se invierte más y más en su figura pública de héroe, y en su nuevo “traje” que en realidad es simplemente el desnudo con cadenas en los brazos y pintura en la cara. 

¿Por qué es el cómic de la semana?

Spawn #301 es un cómic histórico por lo que representa para los creadores con ambiciones. La realidad es que su mérito no está en el cómic mismo, sino en las circunstancias a su alrededor.

La historia es larga, pero vale la pena. 

El X-odo

Diciembre de 1991 fue un momento histórico para los cómics. Todd McFarlane, Rob Liefeld y Jim Lee se reunieron con Tom DeFalco y Terry Stewart, los dos líderes de Marvel cómics, para avisarles que, ellos junto con Erik Larsen y Marc Silvestri, se iban de la empresa. Al día siguiente tuvieron la misma conversación con la gente de DC cómics.

El llamado X-odo (porque varios de los artistas, además de Chris Claremont -quien también decidió irse de Marvel- se habían hecho famosos por su trabajo en X-Men) fue motivado por la frustración de los creadores con el sistema de propiedad de las grandes editoriales. 

Dentro de esta industria, todo el trabajo producido por los creativos es propiedad de la editorial, lo cual tiene sentido cuando los personajes ya existían, pero se vuelve cuestionable cuando son personajes nuevos creados por un artista o escritor en particular.

El nacimiento de Image Cómics

Es por eso que en 1992, 8 de los creadores más famosos del momento decidieron crear su propia editorial, en la que las creaciones y las propiedades fueran respetadas. Es así como surgió Image cómics, concebida en idea por Todd McFarlane, Jim Lee, Erik Larsen, Jim Valentino, Marc Silvestri, Rob Liefeld, Whilce Portacio y Chris Clermont, y que tendría dos principios cardinales:

  1. Los creadores serían dueños de sus invenciones
  2. Ningún socio de Image intervendría en las creaciones de cualquier otro de los socios.

Al final, Chris Claremont y Whilce Portacio no formaron parte del grupo e Image cómics nació en 1992 con 6 socios, todos ellos ilustradores (años después habría varios movimientos, incluida la salida de Liefeld y la entrada de Kirkman). La estructura de la empresa era tal que cada socio fundó su propio estudio que a su vez era subcontratado por Image. Junto con su estudio, cada creador lanzó una propiedad. 

Las primeras cuatro fueron: Wild C.A.T.S. de Jim Lee, Savage Dragon de Larsen, Youngblood de Liefeld y Spawn de McFarlane. 

Todas se caracterizaron por tener arte increíble (y absolutamente en tendencia de los 90s…estos fueron los artistas que crearon esa tendencia), historias y guiones más bien flojos y ventas millonarias.

Spawn #1 en particular rompió todos los récords de ventas desde 1970.Y todo esto nos trae de vuelta a Spawn #301. Salvo Savage Dragon de Larsen, todos los lanzamientos del grupo original de Image salvo Spawn terminaron por morir o ser vendidos. Larsen continúa su serie, pero a un ritmo tal que a pesar de haber iniciado a la par de Spawn, ahora mismo está en el número 245. 

El dueño creador

Lo que Spawn 301 demuestra es que el modelo de creador-dueño es posible y sostenible, aunque muchos otros casos hayan fallado. Las grandes editoriales, en particular Marvel y DC tienen una gran maquinaria detrás; pero sobre todo se han beneficiado de un catálogo de creaciones casi inagotable. 

Es particularmente interesante porque MacFarlane, como los otros fundadores de Image, es un artista, no un editor o escritor. Es imposible saber por qué otros creadores en Image ( o cualquier otra editorial) no logran el nivel de consistencia y éxito económico que McFarlane ha conseguido, pero hay varios indicadores.

MacFarlane fue probablemente el más ambicioso y obstinado de los fundadores de Image. McFarlane Toys hizo cosas increíbles en el frente de las figuras de acción y coleccionables, y aunque no tiene la prominencia que tenía en los 90s, cada uno de sus lanzamientos sigue siendo motivo de ilusión.

Spawn, ícono de los 90s

Algo en el personaje de Spawn resonó con el público. La relevancia de Spawn y la terquedad de MacFarlane es tal que 27 años después el comic sigue publicándose, sigue teniendo éxito en ventas y acaba de anunciar una nueva adaptación al cine.

Spawn es un gran ejemplo de lo que los fundadores de Image intentaban hacer con sus cómics. Un personaje badass, hiper-masculino, sin demasiada sustancia inclinado al antihéroe moralmente ambiguo, era la base del concepto y nada más. El arte hiper-dramático, muy estilizado e impactante era el verdadero sustento de su éxito y de mucho de lo que sucedió en la década de los 90s. La historia y el guion estaban ahí sobre todo como excusa para tener paneles de acción y violencia desenfrenada.

Spawn #301 sigue rigiéndose por los mismos principios. En sí, es francamente bastante malo. Cualquier emoción viene de lo “badass” que Spawn puede ser y de lo impactante del arte, que en este número en particular se queda corto.

El guion depende demasiado de los cartuchos explicativos, funcionando como la peor versión histórica de lo que son: descripciones literales de cada momento, demostrando que el arte no está cargando con la narración y explicando lo que debería verse. Los diálogos son planos y acartonados, es imposible distinguir a un personaje de otro, ya no digamos manifestar emociones precisas.

El arte tiene un par de momentos interesantes gracias a Clayton Craig, quien nació para ilustrar este tipo de historias. Las páginas del Mismo McFarlane con Capullo son bastante buenas, sobre todo porque parecen una serie de pin-ups acomodados en la página. 

Al final, Spawn #301 no destaca por ser un ejemplo del poder narrativo del cómic o por una calidad o emoción particular. Destaca por el enorme mérito de su creador en encontrar una idea para su audiencia, explotarla ambiciosa e inteligentemente y por mantenerse en pie durante 27 años. Spawn #301 más que una gran obra, es un pedazo de historia.


Salir de la versión móvil