Cómic de la semana: The Last God: Book 1 of the Fellspyre Chronicles
Cada miércoles las grandes editoriales americanas lanzan nuevos cómics. De toda la selección disponible, elegimos un cómic que por su calidad, relevancia o significado destaca y te lo presentamos aquí, como el cómic de la semana.
Aunque esta semana vio otro lanzamiento en el revolucionario evento Dawn of X, el cómic de la semana es del rival de Marvel. DC Cómics lanza una nueva serie que promete mucho: The Last God.
Sinopsis:
En un mundo antiguo, dioses lanzaron la plaga de flores, destruyendo ciudades completas hasta que los asesinos de dioses los enfrentaron. De entre ellos, Tyr, el más valiente es ahora rey de Tyrgolad. En la celebración de la victoria sobre los dioses un ataque cae sobre la ciudad y Eyvindr, un gladiador noble y de gran fuerza, debe reconocer que quizá las leyendas no son del todo fieles a la realidad.
¿Por qué es el cómic de la semana?
The Last God empieza como muchas otras historias de fantasía, presentando un mundo antiguo con seres sobrenaturales y guerreros nobles que los enfrentan. Unas pocas páginas después con una sola ilustración, queda claro que en esta historia hay algo oculto. Con un par de diálogos más, esa idea queda bien definida de forma clara y elegante.
Pero no es ese misterio el que hace de The Last God un excelente cómic. Es, al contrario, lo bien que utiliza los elementos conocidos del género de fantasía lo que lo hace realmente disfrutable.
Tanto el mundo presentado, como los personajes y la historia que presentan se insertan muy bien en el marco de las expectativas en una historia de fantasía. El “misterio” está solamente para detonar el conflicto y si bien da pie a una exploración posterior, es bastante evidente que no será el motor de la historia.
Además de respetar la estructura esperada, el arte en The Last God funciona muy bien para el género. Tiene el nivel de realismo esperado y con un acabado bastante clásico consigue dar vida a los personajes y a este mundo.
Mundos infinitos
Parte fundamental en los mundos de fantasía es el lore (los hechos, tradiciones, creencias respecto a una historia). Los mitos, las fantasías originales, crearon ese lore de forma orgánica: se desarrollaron a través de décadas y siglos y se conectan con la historia real de pueblos y civilizaciones. Los grandes autores de fantasía entienden el peso que da a una historia ser percibida como una pieza de una épica más grande. Tolkien siempre será el mejor ejemplo. Desde El Hobbit ya hace referencia a anécdotas, personajes, historias y hasta eras pasadas y futuras. Su obra es un referente de fantasía no solo por su capacidad de conectar con los lectores y su calidad; pero también por lo enorme que es, tanto en lo escrito como en lo insinuado.
The Last God no consigue una dimensión equivalente en 35 páginas -evidentemente- pero aplica este principio básico muy bien. La narración inicia hablando de leyendas y mitos antiguos, después pasa a un momento específico “real” que de inmediato se convierte en leyenda y entonces empieza la historia.
Para cuando el personaje principal, Eyvindr, entra en escena, el mundo de The Last God ya se siente antiguo, épico y lleno de misterio. Un buen logro considerando que solo toma 6 páginas.
Aunque es muy fácil imaginar hacia dónde irá la historia de Eyvindr, es claro que el universo es lo bastante grande para ofrecer muchas peripecias antes de resolver el conflicto prinpical. En este sentido, el mito puede crecer en todas direcciones antes, e inclusive después, de que se cierre una narración.
Personajes esperados
La idea de un héroe caído, un héroe que debe ser vencido por haberse pasado al lado oscuro no es nueva. Es inclusive uno de los elementos del monomito que evidencia con destreza Joseph Campbell en The Hero with a Thousand Faces. El héroe que se convierte en el villano que el siguiente héroe debe derrotar es parte fundamental de las historias que la humanidad cuenta porque es precisamente ese gesto el que permite la renovación, en cada generación, de la especie humana.
En ese sentido The Last God, una vez más, juega perfectamente bien dentro de las reglas de su género. Tyr fue un héroe, o al menos eso cuenta la leyenda, y ahora es la fuente del mal. Eyvindr es un hombre de clase baja, pero excepcional, sobre quien recae la misión de recuperar la luz.
Lo divertido de la ficción de género, sea el que sea, no es necesariamente ver como se subvierte el género, sino también descubrir cómo se consigue originalidad siguiendo las convenciones. La presentación de la verdadera naturaleza de Tyr viene en cuatro momentos, cada uno más explícito que el anterior. Para esta revelación Johnson sigue una de las reglas cardinales de un buen guión: show, don’t tell.
Cantando las alabanzas de Tyr, un sirviente hace referencia a su capacidad de inspirar miedo, la Reina recuerda una escena donde inspiró terror: Tyr intentando matar a un bebé.
Justo después, llena de resentimiento, en un par de diálogos la Reina habla de cómo los héroes legendarios que lucharon junto a Tyr contra los dioses han faltado a la celebración, insinuando que los hechos no fueron quizá tan nobles.
Ya de forma más explícita, el tercer momento muestra a Tyr resistiendo una forma oscura en su interior y pidiendo más tiempo, mientras que una maldición, claramente del dios que en teoría venció, resuena en su mente.
Finalmente, la revelación en la última página deja claro que Tyr es ahora el portador de la plaga de las flores.
Es una progresión muy sencilla, pero bien resuelta que mantiene la atención y coloca al antiguo héroe en la posición en la que necesita estar para que el nuevo héroe, el de esta historia, pueda forjar su camino.
Eyvindr cumple bien también su función de héroe de fantasía. Quizá es un poco desafortunado que su característica principal sea ser un guerrero hábil, musculoso y de sedosa cabellera. Ahí es donde el respeto a las convenciones se vuelve un poco aburrido. Además de eso, es un creyente absoluto de las leyendas del pasado, capaz inclusive de matar a su compañero de armas por hablar mal del rey y la reina. También está ligado a ellos y a la maldición del dios sobre Tyr (será Eyvindr ese niño que el rey quería matar?). Aunque no tiene realmente oportunidad de brillar en este primer número, la mesa está puesta para que sea un buen héroe de fantasía, es decir que construya algo emocionante sobre las convenciones.
Arte fantástico
Hablar de arte de fantasía es forzosamente hablar de Frank Frazetta. La leyenda de la ilustración dejó una marca hasta ahora inigualada en la ilustración de fantasía, ya sea en pinups o ilustraciones a narraciones o realmente cualquier medio. El estándar de alto realismo, con gran detalle y proporciones humanas inalcanzables es el que se ha impuesto y que Riccardo Federici sigue excepcionalmente.
Además del estilo ideal para el género, Federicci tiene el talento narrativo necesario para conseguir momentos dramáticos intensos. Tanto en grandes momentos como las batallas, en secuencias de contexto como el inicio del cómic o en las expresiones de los personajes, el arte carga muy bien con la responsabilidad de avanzar la historia.
The Last God es un grana cómic porque no intenta romper esquemas, sino que los usa habitualmente para contar una historia que engancha y de la que, sin duda, queremos ver más.