7 Malos hábitos que impiden que mejores como escritor
Hace poco hablamos ya sobre todos los buenos hábitos que podemos desarrollar para mejorar nuestra vida como escritores—y como creativos. Desde la manera en la que apreciamos nuestro oficio, entendemos el arte como concepto, nos empapamos de teoría y práctica y más, es importante siempre tener muy claros cuáles son los hábitos que nos harán crecer como artistas. Pero ahora, vayamos al otro lado y hablemos un poco de cuáles son los hábitos que evitan que mejoremos. Algunos de estos no serán tan fáciles de aplicar a nuestra vida diaria, pero ciertamente es importante siempre considerarlos como guía para escribir mejor.
1. No escribir
El mal hábito que más está impidiendo que mejores como escritor es el más sencillo de todos: el no escribir. Como escritores, especialmente cuando estamos comenzando, es muy fácil estancarnos en el paso más glamoroso de la historia—el conceptualizarla, imaginarla, pero nos detenemos cuando nos damos cuenta que, por desgracia, para que todas nuestras fantasías creativas se cumplen, es necesario trabajar en nuestra novela, nuestro guion, etc.
Lo he dicho antes y lo repito: no importa si estás trabajando en la siguiente novela best-seller que se leerá en todo el mundo o si estás trabajando en un fanfiction de tu videojuego favorito; el escribir hará que escribas mejor. Si no lo haces con disciplina y amor, ¿por qué te haces llamar un escritor?
2. No terminar proyectos
Otro que es muy complicado, especialmente para aquellos que quieren ser novelistas o trabajar en proyectos más largos. Comenzar a escribir un proyecto a largo plazo es intimidante y hasta aterrador, y aunque no es difícil comenzarlo, lo más difícil es no dejarlo por otro proyecto más joven. Las ideas nunca dejarán de llegar, y es importante siempre estar completamente seguros que un proyecto que comenzamos será aquel en el que valga la pena gastar horas y horas de trabajo.
Pero justamente como las ideas nunca dejarán de llegar, si estamos seguros que la historia que estamos contando vale la pena contarse, entonces debemos ser disciplinados y terminarla. Les diré algo: no existe un sentimiento creativo tan potente como darle final a un libro y comenzar a revisarlo; es una mezcla entre orgullo, nostalgia y otros sentimientos poderosísimos que hacen que cada momento de frustración haya valido la pena. Recomendadísimo.
3. No escuchar retroalimentación
¿Recuerdan cuando dije que el ego bien podría ser nuestro peor enemigo como creadores? Regresamos a eso con este tercer pésimo hábito: mantener una postura firme cuando se escucha la crítica constructiva de alguien en el que confiamos. Naturalmente no toda crítica o retroalimentación debe ser tomada en cuenta al 100%, pero siempre hay que darnos cuenta que se nos está compartiendo una crítica, es en el mejor interés del libro y no como un ataque a nuestro ego o valor como artistas.
Nunca hay que perder de vista el hecho de que cada párrafo que escribimos será, probablemente, reescrito más de una vez, ya sea según la retroalimentación que recibamos o la autocrítica. Nadie tiene la capacidad de escribir una novela perfecta en su primer borrador, así que, si ya sabes que tendrás que reescribir, toma como base para esa reescritura los comentarios que recibas de aquellos en quienes confías.
4. Negarse a reescribir
Ahora que lo pienso, el peor hábito y la forma más segura de matar una historia antes de que ésta nazca es negarse a reescribir. Claro que es desalentador imaginar que escribir “El Fin” no es el fin, pero reescribir no tiene que ser empezar desde cero de nuevo—puede ser revisar el libro de principio a final con una vista más informada cambiando todo lo que sea necesario cambiarse. Cuando comenzaste tu manuscrito sabías que tomaría tiempo y esfuerzo; no lo cortes antes de tiempo solo porque ya llegaste al final de la historia. En otras palabras: no seamos flojos.
5. No hacer el trabajo previo antes de comenzar a escribir
Cuando nos llega una idea que nos gusta—ya sea un concepto de trama, una escena, un personaje—es muy tentador querer sentarnos a escribirlo inmediatamente y verlo como el comienzo de un nuevo gran proyecto. Pero es en ese momento, cuando nos sentamos a escribir aquel nuevo comienzo, que debemos determinar si este será nada más un ejercicio creativo que no irá muy lejos o si es el comienzo de la novela/guion en la que invertiremos muchas, muchas horas.
Si nada más es un ejercicio que no irá más lejos que ese ímpetu inicial—lo cual es completamente válido—entonces debemos pisar los frenos y hacer todo el trabajo previo a escribir, desde los aspectos técnicos y narrativos como planear los beats importantes y determinar los pilares narrativos que regirán e informarán nuestra historia, hasta los aspectos filosóficos (lean esta referencia para las preguntas que siempre debemos hacernos antes de comenzar a escribir).
6. Convertirte en un producto
Siempre debemos tener la capacidad de escribir por el simple gusto de hacerlo—porque tenemos una historia que debe ser contada, porque es relajante, porque nos emociona y tranquiliza. Nunca hay que vernos como un producto con un precio que determina un mercado.
Naturalmente, escribir profesionalmente debe implicar por principio un precio para nuestro trabajo. Como sea, siempre hay que evitar convertirnos en alguien que solamente escribe a cambio de un pago. Las historias más honestas y hermosas se contarán porque nuestro corazón quiere contarlas, y el terminarlas es su propio pago. Ya seas escritor profesional o no, nunca hay que perder de vista las historias que estamos contando, no porque nos pagarán las cuentas, sino porque tenemos que contarlas.
Si no puedes sentarte a escribir una historia a menos que sepas que esa historia se transformará en dinero, entonces no es una historia que realmente quieras contar.
7. Tomarte demasiado en serio
Como un afloramiento del eterno problema del ego, hablemos un poco de la filosofía que debemos tener hacia nosotros mismos. Es solo un libro. Es solo un cómic. Es solo un guion. Son solo historias. La vida de nadie depende de tu historia—ni siquiera la tuya. Nunca pierdas esto de vista y eso evitará que te tomes demasiado en serio como artista y como persona. Tú no tienes que ser un reflejo de tu arte y tu arte no es un reflejo tuyo. No hay que tomarnos todo lo que gira alrededor de nuestros productos personalmente. No hay que dejar que nuestras historias nos transformen. No hay que dejar que nuestras historias nos hagan daño. El arte—especialmente aquel que busca formar parte de la cultura popular—no debe ser algo que mate a sus creadores, física o emocionalmente. Disfrútalo sin tomarlo tan en serio y verás que seguirás escribiendo y creando para siempre.
Espero que esta lista de malos hábitos haya funcionado como una guía para escribir mejor. Hay muchas cosas que evitan que mejoremos—así como hay muchas cosas que asegurarán que lo hagamos—y lo más importante es identificarlas para poder aplicarlas.