¿Tienen que ser divertidos los videojuegos?
Es normal que al hablar de los juegos que jugamos los califiquemos como divertidos o aburridos pero, ¿tienen que ser divertidos los juegos? ¿Qué es la diversión en primer lugar?
Todos hemos escuchado a alguien descalificar un juego por ser aburrido o demasiado serio, seguramente en más de una ocasión nosotros hemos sido esa persona pero, ¿está bien descalificar un juego por ser aburrido o ser demasiado serio?
Antes de poder seguir con esta discusión tenemos que estar seguros de que estamos hablando de lo mismo, así que lo primero que debemos de responder es: ¿Qué es la diversión?
¿Qué es la diversión?
El sentido común nos indica que la diversión es algo que sucede cuando jugamos, cuando estamos con amigos, cuando nos reímos, cuando estamos entretenidos, etc. Divertirte es pasarla bien, toda tu vida has sabido reconocer cuando algo es divertido o cuando algo es aburrido, nadie tiene que explicártelo.
Incluso el diccionario la define como “circunstancia o situación que produce alegría o entretenimiento”. Todos tenemos claro lo que es la diversión, o al menos eso creemos.
La teoría de la diversión
Para mi argumento me gustaría tomar la definición más académica que Raph Koster le ofrece a todos quienes nos dedicamos a estudiar el diseño de juegos. En su libro “A Theory of Fun for Game Design”, Raph define a la diversión como: “la retroalimentación positiva que recibimos al aprender”.
El libro de Raph es una lectura esencial para todos quienes buscan formarse en esta disciplina. Koster combina varias teorías psicológicas y las reúne con su experiencia como diseñador de juegos para llegar a su definición, su tesis concluye en que el sentimiento de diversión es una recompensa que nos da nuestro cerebro cuando logramos procesar y reconocer patrones, eso es la diversión.
Bajo la definición convencional de diversión juegos serios como “This War of Mine”, “Frostpunk” o “Papers, Please” no califican como juegos divertidos. Eso sólo por poner un par de ejemplos. Como esos, hay muchos. Juegos experimentales como Gorogoa o narrativos como What Remains of Edith Finch seguramente tampoco califican como divertidos bajo la definición tradicional del concepto. No sé ustedes pero en lo personal, lo último que me dio What Remains of Edith Finch fue alegría y aún así, lo considero una experiencia que me conmovió en muchísimos niveles.
Como creadores de juegos la definición convencional nos limita, en cambio la definición que nos ofrece Koster nos abre muchísimas puertas. La diversión no se trata de pasarla bien, ahora se trata de ofrecerle al jugador mecánicas de juego que constantemente lo reten a aprender los patrones que el juego ofrece, mientras exista ese aprendizaje existe la diversión, que es lo que necesitamos para ofrecer una experiencia de juego rica.
8 tipos de diversión
Marc LeBlanc fue otro académico y diseñador de juegos que construyó sobre el concepto de diversión. En su artículo “Los 8 tipos de diversión” Marc identifica ocho maneras en las que un juego puede ofrecer diversión a su jugador. Según LeBlanc los ocho tipos de diversión son los siguientes:
Al igual que la definición de Koster, los ocho tipos de diversión de LeBlanc amplían el espacio de posibilidades de lo que puedes hacer con la diversión. De este modo la diversión deja de ser únicamente un vehículo para la alegría, ahora también se le permite ofrecer frustración, tristeza, tragedia, horror y un sinfín de opciones más dentro de un espectro emocional mucho más amplio, uno que le permite explorar a la diversión emociones positivas y negativas. Siempre y cuando el aprendizaje de los patrones que el juego ofrece se esté dando, la diversión está presente.
Hoy en día los videojuegos son el medio más poderoso que existe, su interactividad los transforma en motores capaces de desarrollar empatía a un nivel que ningún otro medio lo permite. Al ser un medio tan extraordinario, sería incorrecto limitarlo a las definiciones cotidianas de lo que es la diversión.
Mi conclusión es la siguiente, sí, un juego debe ser divertido, pero la diversión es capaz de mucho más de lo que normalmente le permitimos.