Cómic de la Semana: Justice League Dark Annual
Un miércoles más ha llegado y con él cómics nuevos. Como cada semana, elegimos uno de estos por su calidad, relevancia o significado personal y te lo presentamos como nuestro cómic de la Semana.
Justice League Dark Annual #1 es nuestro cómic de esta semana.
Sinopsis:
Tras decidir que Swamp Thing ha fallado en su misión, el nuevo Parlamento de Flores ha elegido a un nuevo defensor. Pero el poder de la naturaleza no le va bien al nuevo elegido, quien se pierde en los tormentos de su vida pasada, empujado -en buena parte- por el villano Jason Woodrue. Aunque Swamp Thing intenta ayudar en la transición, la historia termina mal para todos los involucrados, excepto Woodrue quien recupera los impresionantes poderes del Verde.
¿Por qué es el cómic de la semana?
Los Annuals siempre han sido interesantes puntos en una historia. Son narraciones auto contenidas, pero con un impacto en la historia general del título. Son un buen punto de entrada a una serie, y este no es la excepción. Este número hace un buen trabajo estableciendo la dinámica de los personajes, en particular con Constantine y Swamp Thing y poniendo la mesa para la nueva amenaza de Woodrue.
Pero lo que lo hace realmente especial es que consigue en un sólo número dejar claro el espíritu de los personajes y de la serie.
Un héroe poco tradicional
Swamp Thing nunca ha sido un superhéroe tradicional. Si bien Justice League Dark puede ser a veces poco más que superhéroes con aventuras paranormales, la presencia de Swamp Thing los obliga a ser otra cosa. La melancolía inherente en el personaje, lo pesado de su misión imposible y la tristeza en sus personajes secundarios y terciarios siempre tiene un impacto en la dinámica de la serie.
Este número captura eso muy bien y lo aterriza con un arte fenomenal, aunque el guión no sea el mejor que hayamos visto.
Historia vs Guión
No es tan común hoy en día -así como lo era en los 80s y 90s- pero este número divide los roles de historia y guión entre Tynion y Ram. Desafortunadamente el segundo no está a la par del primero.
Lo bueno: la historia
La historia es increíblemente sencilla: un botanista que lo ha perdido todo se suicida brutalmente y al hacerlo es elegido por el parlamento de las flores como el nuevo protector de la naturaleza. Incapaz de enfrentar su nueva realidad y empujado por una fuerza maligna, intenta mantener la conexión con su vida anterior. Swamp Thing está ahí, pero su participación se siente más como una excusa para presentarnos la historia, que como un personaje trascendente.
La elección del botanista Oleander Sorrel significa de forma inequívoca que Swamp Thing ha perdido su lugar privilegiado. La incapacidad de Oleander de aceptar su nuevo lugar, y su afán por aferrarse a la vida mortal es un excelente ejemplo del héroe mítico que se rehúsa a seguir el camino que se ha elegido para él. Al negarse a su destino, la historia de Oleander se cierra como tragedia y el mal triunfa. Funciona perfecto dentro de la mitología de Swamp Thing.
El guión se queda corto
El guión, sin embargo, es increíblemente soso. Ram depende demasiado de la narración en off para darnos el contexto de Oleander: la muerte de su hijo y el abandono de su esposa. Pero lo tedioso no es sólo usar la voz en off (o los escritos de Oleander), sino lo pesados y redundantes que son. Además los diálogos son acartonados y ningún personaje encuentra una voz propia, aunque al menos Constantine y Swamp Thing conservan las suyas.
El paso del tiempo es rarisimo: en el cambio de una página que dos de los personajes planean un viaje a la playa, empacan e invitan a todos sus amigos, Oleander crea a tres niños y su esposa los adopta y hace una vida con ellos. Pero para Swamp Thing parecen haber pasado a lo más un par de días. Es un guión flojo que no cuaja bien.
Quizá lo peor es que las imágenes que presenta el texto no terminan de cerrar. El tema recurrente del silencio, del peso del silencio, que podría ser muy significativo conectado con el duelo (de Oleander y de su esposa, pero también el de Swamp Thing), no llega a ningún lado. El suicidio horripilante de Oleander es tratado como una sorpresa, pero en realidad no tiene conexión con el final de la historia, ni con la desaparición de los niños que Oleander crea para su esposa. Son buenas ideas, pero ni se desarrollan ni cierran.
Aun así, en la historia de Swamp Thing su dinámica con Constantine se siente tan honesta, y el personaje trágico de Oleander duele, tanto que el cómic vale la pena a pesar de la clara falta de experiencia en el guión.
Arte raro, del bueno
Guillem March es uno de esos artistas que vuela relativamente bajo el radar, pero que es increíblemente bueno en lo que es bueno. Sus portadas en particular suelen ser fantásticas, y en este número demuestra un gran talento para el tratamiento de criaturas.
Swamp Thing se ve como debería, un ser terrorífico si quisiera hacer daño, con una carga emocional pesada pero lo suficientemente heroico como para confundirse con los héroes clásicos. Además, como que se parece a Alan Moore. Pero Oleander transformado en el Rey de Pétalos, es absolutamente genial. Raro e incómodo de ver, pero con vida y carisma. Es cadavérico y colorido, exactamente la contraparte de Swamp Thing, pero también en la proyección de su espíritu: débil y quebradizo. En apariencia un avatar de esperanza, pero en realidad un ser atado a la muerte.
En la narrativa hay un par de momentos interesantes. La creación de los niños-flor, la pelea entre Swamp Thing y Woodrue, pero sobre todo Woodrue comiéndose al Rey de los Pétalos, logran llenar de intensidad visual que iguala el drama de la historia.
La serie regular de Justice League Dark continua, y aunque haya torpeza en el guión, números como este hacen que valga la pena seguirla de cerca.